Decepcionante, no se me ocurre otra palabra para describir el paso de Ángel
di María por Manchester United. Aun no
entiendo como el fichaje récord del club pasó de ser héroe a ser villano, de
ser el próximo gran siete del equipo a ser un jugador más, de prometer entrega
y compromiso a marcharse sin decir adiós.
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Foto: The Mirror |
Atrás quedan los primeros cuatro meses del argentino, sus diez
asistencias y sus cuatro goles hoy valen nada. Ese discurso de “mi primera
temporada siempre es mala pero voy a volver porque quiero ser exitoso con el
United” ha borrado todo buen concepto y toda buena referencia que tenía de
Ángel, hoy no es más que un mentiroso.
No me importa que haya ganado la Champions League, que sea subcampeón de
Copa América y del Mundial de fútbol, el que le hace un berrinche al United no
tiene perdón. Que tan poco profesional tiene que ser jugador como para
confirmar su presencia en la pretemporada y decidir de último momento que mejor
no, que ni se une a los entrenamientos ni da declaración alguna para explicar
sus acciones. Lo que hizo Di María, simplemente no tiene perdón.
Manchester United no dudó en desplegar una inversión de 110 millones de
dólares con tal de contar con los servicios del volante argentino, no se
escatimó en nada ni siquiera en darle uno de los dorsales más emblemáticos del
equipo. Llegó con el respaldo de la directiva, del cuerpo técnico, de sus
compañeros y de la afición, la mesa estaba puesta para que escribiera una historia
de éxito dentro de la institución más grande y mítica del fútbol.
Desde su primer partido con la camiseta roja nos hizo suspirar y soñar,
cantamos cada gambeta y reclamamos cada falta que le cometieron, celebramos cada
gol y asistencia, se llevó aplausos cada vez que intentó burlar a un rival,
lamentamos su lesión, lo animamos para que volviera más fuerte, pedimos que
regresara como titular, justificamos sus malas actuaciones y decíamos que si lo
habían tocado cuando caía al pasto, incluso pedíamos su ingreso para que tratara
de cambiar la historia del partido. Acabó la temporada y contra todo pronóstico
salió con un balance positivo, una primera mitad espectacular y un cierre
mermado por la lesión pero nada que afectara el deseo de que la temporada
2015/16 fuera la buena.
Llegó la Copa América y vimos como Di María volvía a mostrar ese fútbol
que lo valoró en 90 millones de dólares, una vez más salía magia de sus pies,
lucía como un líder, volvía a ser un jugador diferente y su confianza estaba al
cien. En ese momento salió con esas declaraciones en las que se decía
comprometido con el United para regresar y triunfar. Todo estaba bien, hasta
que se presentó una lesión y ponchó la burbuja en la que todo era color de
rosa.
Pasaron las semanas y el discurso en Manchester era que a pesar de los
rumores que presagiaban la salida del argentino, el 25 de julio era la fecha
límite para que el jugador se reportara con el equipo para comenzar los trabajos
de pretemporada. Días antes el propio Di María habló con el técnico y confirmó
su llegada pero ese 25 de julio pasó a ser uno de los días más oscuros en la historia el
club. Llegó la mañana del sábado, se hizo de tarde, la noche se abrió paso y no
había noticias del oriundo de Rosario. Por primera vez en la historia, un
técnico del Manchester United tuvo que pasar por la humillación de salir ante la
prensa y declarar públicamente que no sabía nada sobre el paradero de su
jugador.
Los días siguieron pasando, el equipo volvió a Inglaterra y seguía sin
haber noticias, lo único que sabíamos era que el Paris Saint Germain lo quería
entre sus filas. Tuvimos novedades sobre Di María hasta el fin de semana previo
al arranque de la Liga Premier, Manchester United tomaba la decisión de multar
al jugador con 875 mil dólares a la par de que éste era captado en los Emiratos
Árabes, nueva sede de la pretemporada del equipo parisino.
Ese fue el cómo, Ángel di María pasó a la historia como el primer
jugador que se burló del Manchester United, de su afición, del cuerpo técnico,
de los directivos y de sus colegas. Por primera vez en su historia, los Red
Devils tuvieron entre sus filas a un futbolista tan poco profesional que no
tuvo el valor para expresar sus deseos de dejar el club y en cambio se dejó
llevar, actúo por debajo de la mesa y terminó por ensuciar su salida.
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Foto: TalkSports |
Ya no me acuerdo de su gol contra el Queen Park Rangers ni de su
soberbia actuación ante el Everton, su expulsión ante el Arsenal ya no me duele
y me arrepiento de haberme ilusionado con su doblete ante Paraguay. Un jugador
que le dice no al United en la manera en la que él lo hizo no merece ni que se
le desee buena suerte.
Da coraje ver el sacrificio que se hizo por llevar a Di María a Old
Trafford, ¡110 millones de dólares no es ni lo que valen algunos equipos de la
Liga Premier, el salario que le dimos en este año es equivalente a lo que
pagamos por Bastian Schweinsteiger! y todo fue en vano, a él se le dio la
oportunidad de jugar para el Manchester United mientras que a Javier Hernández,
Darren Fletcher y Tom Thorpe se les negó.
En retrospectiva, Ashley Young le
ganó el puesto limpiamente, el inglés resurgió de sus cenizas y volvió a ser el
jugador que brilló con el Aston Villa y no sólo eso, también se alzó como un
líder dentro del vestuario. El mensaje que me manda el argentino es que en
parte se va del equipo porque no quiere luchar por la titularidad, que no le
gusta la competencia, que la definición de equipo no está clara dentro de su
mente y que cree que el nombre de atrás pesa más que el de adelante, como decimos en México ¡para las pulgas de Carrick y Rooney, dos jugadores que han pedido a gritos fichajes de peso para que el equipo sea más competitivo!
A la vez que escribo, incluso me nace la idea de darle las gracias por
dar un paso al costado. Ryan Giggs es la personificación de lo que el United busca
en un jugador y Ángel di María demostró ser exactamente lo contrario. Pero ya
aprendimos la lección y ya sabemos porque, históricamente, no somos un equipo
que ficha a un solo jugador por tantos millones.
Coraje y decepción es el legado que deja el Fideo. El argentino es la
prueba de que el talento y la actitud ganadora no son suficientes para triunfar
con los Red Devils porque este club demanda compromiso, entrega y un perfil que
no cualquiera llena. Adiós Ángel di María.
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