OPINIÓN: La resurrección de Smaldini

El 2 de noviembre de 2014, Christopher Lloyd Smalling tuvo la mejor expulsión de su carrera. Ni él ni nadie lo sabía, pero ese día fue un antes y un después, un renacer. La defensa quedó mal parada y tuvo que salir a tapar a James Milner que se escapaba por el sector derecho de la defensa. Antonio Valencia no estaba en su lugar y el central cruzó al atacante con las dos piernas cuando la pelota ya había pasado. La jugada pedía que el defensor acompañe y moleste a quien llevaba el balón, lo que implicaría que puedan llegar los refuerzos y el equipo se reestructure en defensa. No fue así, Smalling barrió a Milner con las piernas abiertas para asegurarse que no pudiera pasar. 

Foto: AP
 
Aquella falta peligrosa que cometió cerca del área le significó la segunda tarjeta amarilla a los 39 minutos del primer tiempo del derby de la ciudad, ocho minutos después de haber recibido la primera de manera insólita al molestar a Hart en un saque. Se marchó caminando con los ojos cerrados y tapándose la cara con la camiseta, sabiendo que su imprudencia complicaba en exceso las chances de ganar el clásico. Sus rendimientos no convencían y comprometían su titularidad, la innecesaria expulsión lo señaló como el culpable, y la derrota final lo terminó de condenar.
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La absurda cantidad de lesiones de los defensores del Manchester United en la temporada pasada le permitió seguir jugando, aunque se encontraba en la mira de los hinchas que ya lo observaban de reojo. Sabía que no podía desperdiciar más oportunidades, aquel episodio en Etihad provocó enojo, fastidio y parecía tener las horas contadas en el club. Van Gaal lo respaldó con hechos, poniéndolo de titular, a pesar de haber calificado como “estúpida” la doble amonestación que le costó el derby al equipo. Tal vez, lo hizo convencido, o puede ser que el respaldo haya llegado porque no quedaba otra alternativa: Evans y Jones estaban lesionados, Rojo se dislocó el hombro aquella tarde, Blind era considerado mediocampista, y sólo quedaban opciones de emergencia para ocupar ese sector (Carrick, McNair, Blackett).

Cualquiera sea el motivo, cuando pudo superar algunas lesiones que lo complicaron, Smalling terminó jugando todos los partidos de final de la temporada, y con un nivel interesante. La continuidad le dio confianza, se lo vio más seguro con la pelota en los pies y cada vez se animaba a más. Dejó algunas dudas de lado al tiempo que brindaba solidez defensiva, mejoró en la marca y comenzó a ser uno de los nombres fijos del equipo. Fue aprendiendo a serenarse y a entender los momentos, cuándo se debe anticipar y cuándo es mejor esperar bien parado. 

Fue en la pretemporada cuando se terminó de ganar un lugar. Smalling mejoró físicamente y dejó atrás las lesiones que lo habían atormentado en el pasado, le sumó a su juego de marca y cabezazo la parte técnica, fundamental para el juego de posesión y salir jugando que quiere imponer Louis van Gaal. Ahora, se atreve también a cambiar de frente, a tomar una lanza e ir al ataque cuando no tiene una opción de pase clara, y además habla constantemente con sus compañeros, los ordena y se hace escuchar. Se fue convirtiendo en líder y llegó a ser el tercer capitán del equipo. 

También se hizo fuerte en el área rival: un doblete ante Burnley, un tanto ante Manchester City, y el gol de la victoria ante Wolfsburgo (todas anotaciones importantes en 2015) fortalecieron su confianza y respaldaron la decisión de Van Gaal de no reforzar el puesto de marcador central en el mercado de pases. “Lo hizo todo él solo, yo lo ayudé con consejos, exigencias y entrenamientos, pero él tiene que estar abierto a la ayuda y hacerlo bien en el campo de juego. Las felicitaciones son para Chris, no para mí”, declaró el entrenador sobre su actual estado de forma, dando a entender que su rendimiento no fue casualidad, sino trabajo. 

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El sábado pasado, anuló a Romelu Lukaku, uno de los delanteros más físicos y peligrosos del fútbol inglés, como también lo había hecho ante Harry Kane. Su trabajo en Goodison Park fue silencioso, pero impecable. Cada cruce fue puntual, se anticipó, sacó todo lo que era peligro de gol sin guardarse ni una gota de esfuerzo, y hasta asistió de pecho, a lo Fellaini, para el gol de Morgan Schneiderlin. Algo cambió con aquella expulsión en la casa del vecino de la ciudad y, desde entonces, Chris Smalling no volvió a ser el mismo. Su capacidad de autosuperarse y la voluntad de siempre querer mejorar y no conformarse resurgieron su carrera, y lo consagraron como el defensor titular del Manchester United.


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About Alan Jacoby

Periodista integral y deportivo. Argentino

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