El interinato más largo del mundo

Creer que el resultado no fue a favor del United por un penal de diferencia es ingenuo. Porque era candidato y favorito a llevarse el trofeo desde que terminó tercero en su grupo en la Champions League. Superó a rivales respetables en el camino: Real Sociedad, Milan, Granada y Roma fueron enfrentamientos con distintos grados de dificultad, pero el equipo pudo imponerse.


Tocó Villarreal en la final. Un club que logró más de lo que se imaginó. Que nunca había salido campeón. Que ya veía como un triunfo estar en esa instancia decisiva. Y se desvirgó con el Manchester United, un experto en agrandar equipos chicos y revivir a otros en plena debacle.

El Submarino Amarillo no jugó su mejor partido de la temporada. No gustó ni brilló. Pero tampoco sufrió. No atacó, ni lo atacaron. Manchester United jamás encontró la fórmula para romper el bloque bajo defensivo rival, no sólo en este partido, sino en toda la temporada. Concedió un tiro libre desde el costado izquierdo y, sin mucho esfuerzo, el equipo español se puso en ventaja. La pelota parada en contra, otra vez. Como si no hubieran recibido una cantidad de goles suficientes por esa vía para tomar nota, corregir errores y llegar fortalecidos al partido más importante que tenían por delante.

Se hizo cuesta arriba. Rashford estaba sin piernas, cansado, fuera de ritmo como los últimos partidos. Tuvo una lesión de la que nunca se recuperó porque el DT lo necesitaba. Y Juan Foyth se adueño de ese sector. Greenwood, perdido. A Bruno Fernandes lo encerraron muy bien y debía retroceder mucho para intentar armar juego. Pogba, impreciso. Lo más destacado del ataque fue Cavani, corriendo hasta el último minuto y dando una mano en defensa, y Scott McTominay, incansable todocampista, la figura de la cancha.

Llegó el empate. Nadie lo festejó, Cavani va corriendo a buscar la pelota y todos al centro del campo para sacar, volver a presionar e ir a ganarlo. Había tiempo. Parecía que lo ganaba. Dominaba, pero no lograba transformar esa superioridad en situaciones de gol. Villarreal todo atrás, aguantando y defendiendo. 


Terminó el partido. Solskjær no hizo cambios. Empezó el suplementario y el técnico pensaba en la lista de pateadores de penales. Jugadores cansados, sin imaginación, con poca frescura para decidir en el último tercio de cancha… Al entrenador no le interesó ganarlo en esos 30 minutos. Tuanzebe ingresó para que no expulsen a Bailly, Mata y Telles (de lateral derecho) porque ejecutan mejor los penales, y Fred y James en lugar de los cansados Pogba y Greenwood.

El United lo perdió. O no lo ganó. Pero no ganarlo en los 90, o en los 120, no es sólo por lo hecho en el campo de juego. Lo empezó a perder hace más de un mes. Ole Gunnar Solskjær tuvo una pésima administración de los minutos de juego de los titulares y suplentes. En una final, necesita a todos listos para ingresar y estar a la altura. Pero insistió en rotar poco y terminó fundiendo a los titulares: Maguire y Fred llegaron lesionados; Shaw, Pogba, Greenwood y Bruno, muy desgastados, terminaron sintiendo el partido; Bailly y Rashford (tocado) ambos fuera de ritmo, fueron de arranque el miércoles.
 


Lo más curioso es el aparente desprecio que tiene el noruego por los que no son habituales titulares. Parece no confiar en Donny van de Beek, Amad Diallo, Alex Telles y Daniel James, todos fichajes que llegaron bajo su conducción. Solskjær, que como jugador, lo mejor de su carrera lo hizo entrando como suplente. Ingresó desde el banco el 35% de los minutos que jugó en su carrera. En la final de Champions de 1999, jugó 12 minutos e hizo el gol del título.

El 19 de diciembre de 2018, Ole asumió como entrenador del Manchester United de manera interina, tras el despido de José Mourinho, el último técnico en salir campeón con el club (Europa League 2016/2017). Es el cuarto año consecutivo que el club termina sin trofeos y la reconstrucción que eternamente promete no se concreta. No se puede dirigir con la 20 en la espalda. No se puede hacer el curso acelerado de técnico sobre la marcha. Y no se puede regalar el prestigio que tanto costó conseguir.

Mientras tanto, el aprendiz de técnico se recuesta en su silla, hace una lista de pateadores de penales mientras se juega el partido, hace a un lado la historia de épica en los últimos minutos que tiene este club, desecha a futbolistas que él pidió, no confía en los suplentes siendo que él atravesó la misma situación gran parte de su carrera, cerró otra temporada de absoluto fracaso y sigue demostrando que no está la altura de dirigir al Manchester United.



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About Alan Jacoby

Periodista integral y deportivo. Argentino

2 comentarios :

  1. Impecable como siempre, Jacoby

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  2. Un poco de artículo veo en tu odio. 4 años sin títulos de los cuales solo 2 años y medio (con una pandemia de por medio) son de Ole.

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