A pesar de la gran cantidad de críticas recibidas en la previa
a su arribo a Old Trafford, el juvenil Anthony Martial sigue sorprendiendo a
todos con su deslumbrante habilidad con la pelota en los pies. Con tan solo 19
años de edad, ya hizo cinco goles en nueve partidos jugados con la camiseta de
Manchester United, se ganó un lugar en el corazón de los hinchas y, ahora, va
por más.
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| Fuente: Adam Davy/PA Wire |
“What a waste of money” (“qué desperdicio de dinero”), tituló el periódico inglés Mirror en la portada de la sección deportiva al conocer el caso de Martial, un adolescente proveniente de Mónaco que estaba a punto de ser transferido por una cifra récord a uno de los clubes más grandes de Inglaterra. ¿Fue subestimado? Probablemente, ya que este encabezado fue publicado mucho antes que el futbolista pisara por primera vez el césped de Old Trafford. Si Manchester United se dignó a apostar en el futuro del francés pagando £36 millones por su pase -“tres veces más” del valor original-, habrá tenido sus motivos. Y, hasta el momento, parece haber acertado.
Desde el gol que le convirtió a Liverpool en su debut hasta el
que le hizo el miércoles a CSKA Moskva en Rusia. Ambos fueron momentos
estelares de la carrera de un jugador que recién está dando sus primeros pasos
en el fútbol profesional y, de a poco, quiere ir escalando posiciones para
ganarse un lugar en la élite del deporte mundial.
Muchos lo comparan con Thierry Henry, uno de los héroes de la
escena futbolística francesa, ya que cuenta con cualidades similares a las del goleador.
De todas formas, Martial es único. Impuso su estilo, su ley. Demostró tener la
personalidad suficiente para ignorar las críticas de la prensa y concentrarse
en lo más importante: jugar por y para el equipo. Despertó la curiosidad de
muchos y el arrepentimiento de algunos, que optaron por juzgarlo antes de
tiempo y no darle la oportunidad que merecía. Impactó a miles de fanáticos con
sus habilidades natas y su rápida capacidad de adaptación a la Premier League,
una de las ligas más difíciles del mundo. Y, aunque tenga errores inocentes -como
el penal que causó por haber levantado un brazo de manera casual ante CSKA
Moskva-, generó un sentimiento de cariño y respeto en los hinchas pocas veces
visto antes.
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