No fue suficiente, o llegó demasiado tarde, pero el título de la FA Cup no le compró más tiempo a Louis van Gaal para continuar con su plan de tres años en el Manchester United. El principal argumento por el que fue despedido es no haber podido cumplir con las expectativas del club y de los hinchas; el holandés perdía en todas las encuestas que preguntaban si debía continuar un año más. Los fanáticos deseaban que haya un cambio.
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Foto: Getty Images |
Los ocho partidos sin victorias contra rivales de menor jerarquía entre noviembre y diciembre, eliminación en Champions League incluida, fue el comienzo del fin de la era. El fútbol de posesión, la salida con balón dominado desde el fondo y la solidez defensiva se disiparon luego de esa seguidilla. A partir de ahí, el equipo perdió el rumbo y no se reencontró con un plan de juego hasta el final de la temporada. Fue en esa época en la que sonó por primera vez, y con mucha fuerza, el nombre de José Mourinho para reemplazarlo. Van Gaal, furioso con las publicaciones de la prensa, se defendió con un monólogo en la conferencia antes de Navidad: “¿Hay alguien en esta sala que sienta que debe pedirme disculpas?”, preguntó. Supuestamente, lo habían despedido, pero él seguía allí. Fue la primera de cinco veces en que la prensa lo dejó sin trabajo, aunque en la última vez se concretó el despido. Cuando el río suena, agua trae.
Van Gaal no pudo recuperar la confianza de los seguidores. El fútbol repetitivo, aburrido, monótono, falto de inspiración y de creatividad, estático y poco efectivo que mostraba su equipo no convencía a nadie. Si bien sobre el final de la temporada hubo una remontada, en la que el entrenador parecía haber encontrado a los once titulares, durante la mayor parte de la campaña, el equipo tuvo altibajos constantemente, jamás fue consistente, y, muchas veces, ganaba por casualidad. En Old Trafford, ha sido abucheado, ha visto cómo se marchó el público antes de tiempo, y también le han colocado pancartas en las que se reclamaban su renuncia. No hizo falta que una avioneta remontara el estadio, el disgusto general ya estaba instalado.
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Foto: Getty Images |
Louis van Gaal firmó una campaña con 49 goles a favor en la liga, la más baja en 26 años para el club. Además de no jugar un fútbol convincente, con un estilo consagrado, los resultados no lo acompañaron: no luchó el título de la Premier League, sin clasificar a la Champions League por segunda vez en tres años, eliminado en casa contra Middlesbrough en la Capital One Cup, y eliminado de la Europa League frente a Liverpool, rival de toda la vida, también en el Teatro de los Sueños. Consiguió 54 victorias en 103 partidos con el Manchester United, con 25 empates y 24 derrotas (52,4% de efectividad). Tampoco eligió bien los refuerzos a mitad de año para el futuro inmediato: Memphis Depay, Bastian Schweinsteiger, Matteo Darmian y Morgan Schneiderlin demostraron no ser lo que el equipo necesitaba y ninguno se ganó un lugar de manera indiscutida.
Consiguió la FA Cup, un trofeo que puede ser el punto de partida para un futuro más próspero, pero no alcanzó; el título fue opacado horas después por el rumor creciente del desembarco de Mourinho en Manchester. Sus principales argumentos, que sonaban a excusas, fueron la colección de lesiones que, nuevamente, atraparon al plantel y alteraron los planes, pero él tomó la decisión de tener un plantel más corto con una competición más para jugar, y teniendo en cuenta el antecedente de su primer año. Otra de sus armas es la inclusión y consolidación de varios juveniles como Anthony Martial, Marcus Rashford, Jesse Lingard y Fosu-Mensah, y es lo más importante que dejará. Creyó en ellos, los llenó de confianza, les dio minutos y le respondieron dentro del campo de juego.
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Foto: Getty Images |
Louis van Gaal no llenó las expectativas, no entusiasmó y tampoco pudo convencer a la directiva de que podía garantizar el éxito en su último año de contrato. No todas fueron malas, algunas veces permitió que sus hinchas disfrutaran victorias en los clásicos, en casa o de visitantes, e incluso despertó algunas risas cuando dio discurso estando borracho, confundiendo los nombres de sus futbolistas, siendo víctima de los memes al imitar a un jugador de Arsenal o en alguna conferencia de prensa. Van Gaal completó el período más difícil de la transición, y quedará en el próximo entrenador poder cosechar los frutos de la reconstrucción que el holandés dijo que haría el primer día. Ahora, it’s Mou Time.
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