“No podría trabajar si no tendría éxito, sé que tengo que demostrar, pero no a los demás si no a mí mismo. Está en mi naturaleza”, confesaba José Mourinho en su primera conferencia de prensa como entrenador del Manchester United. Desde el primer minuto, mandó el mensaje correcto. Dijo lo que los hinchas y, más importante aún, sus jugadores necesitaban escuchar: el objetivo era ganar. Mourinho no mira al pasado, siempre va por más.
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Foto: Daily Mail |
El Manchester United parece alejar los fantasmas (menos el de las lesiones) y comienza a formar un equipo ganador a fuerza de conquistar trofeos. En agosto del año pasado, ganó la Community Shield contra Leicester, aquélla copa a la que clasificó después de ganar (con van Gaal) la FA Cup tres meses antes. En febrero, levantó la EFL Cup frente a Southampton: eran dos títulos menores, los de menos importancia en Inglaterra, pero todo suma.
Un equipo debilitado por lesiones y suspensiones, y que ya padecía la enorme acumulación de partidos jugados y el poco descanso entre un encuentro y otro, enfrentó a Chelsea por la FA Cup, pero la —injusta— expulsión de Ander Herrera inclinó el desarrollo para un lado y terminó con las posibilidades en ese torneo doméstico.
El andar en la Premier League fue extraño: el comienzo fue muy bueno, a paso firme, pero un par de derrotas desestabilizaron al equipo. Mourinho borró a Luke Shaw y Mkhitaryan por mucho tiempo, dudó de varios jugadores y la dura goleada sufrida en la casa de su ex equipo (perdió 4 a 0 con baile en Stamford Bridge) le aclaró el panorama. Desde el 23 de octubre de 2016, y hasta el 7 de mayo de 2017, el United no volvió a perder por la liga, pero la irregularidad construida a base de empates insólitos, especialmente en Old Trafford, imposibilitaron la pelea por el título en una Premier League irregular y que le dio chances a todos los equipos para meterse, al menos, en puestos de Champions League.
José Mourinho tuvo que elegir: se estaba quedando sin jugadores, cada lesión significaba meses de recuperación y no seleccionaba a los que quería si no a los que podía, el club estaba casado con el sexto puesto en la Premier, Manchester City, Liverpool y Arsenal estaban en mejores condiciones para competir porque no jugaban torneos internacionales, y la Europa League presentaba rivales un poco más accesibles. El portugués fue por el torneo en el que seguía avanzando de ronda, que le daba un trofeo y el pase directo a la máxima competición en Europa.
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Foto: UEFA |
Asumió el rol de favorito que era, prefirió mantener frescos a los jugadores más importantes para los momentos más decisivos y mentalizó a todos en el objetivo que, al principio, era secundario y, luego, fue prioridad. Mourinho se metió en la cabeza de los jugadores antes de la final con Ajax, los convenció de qué función debía cumplir cada uno. Convirtió en figura a Fellaini, que hizo todo bien, generó chances de gol, recuperó pelotas y ganó todo desde arriba. Elevó el nivel de Darmian y Smalling, dos de los jugadores más distraídos de la historia del club, pero que estuvieron a la altura de un partido decisivo y fueron claves para que a Romero no le patearan al arco.
Ajax cayó en la trampa, porque Mou sabe de partidos definitorios y de cómo plantearlos. Le cedió la pelota, pero no el terreno, redujo los espacios, con marcación hombre a hombre (él siempre marca en zona), y no le llegaron en casi todo el partido. El equipo holandés fue un homenaje a Louis van Gaal: 4-3-3, juego posicional, extremos bien abiertos, posesión, pases laterales y un delantero que no la toca en todo el partido.
Manchester United está volviendo después de mucho tiempo de dar ventajas. Despacito. Pasito a pasito. La mayor parte del plantel lleva tres años juntos y ganaron cuatro títulos en doce meses, y lo mejor que les puede pasar es acostumbrarse a ganar. Mourinho devolvió al club a Champions League y no permitirá que se relajen, no irán de paseo por Europa, intentará ser protagonista.
Por @patojacoby
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