OPINIÓN: El tiempo se acaba

El Manchester United no encuentra el rumbo. Está perdido. Confundido. Lo que parecía claro hace algunos meses, nos guste o no, hoy, no convence a nadie. Tres años de Louis van Gaal, tres años de Ryan Giggs en la continuación del proyecto. Eso fue lo que idearon los dirigentes del club. Todo indica que aquel plan no podrá completarse, que el holandés no será el entrenador la próxima temporada y que nadie está convencido de apostar por el galés, arriesgando así su idolatría en el club. Pero, ¿Cómo se llegó a esta situación?

Foto: Reuters

La temporada se divide en dos etapas. La primera, de formación y crecimiento, comenzó con un equipo que parecía tener una idea clara de juego, más allá de cómo la ejecutaba. Salir tocando desde el fondo era el primer lineamiento, a eso le seguía dar siempre un pase seguro a un compañero, asegurar la posesión del balón, no descompensarse y hacerse ancho con los laterales. Ganó solidez defensiva a partir de la tenencia, no necesitaba tanto de las atajadas monumentales de De Gea, Smalling era figura y acumuló sólo tres derrotas en cuatro meses. Sin embargo, el déficit estaba, y sigue estando, en la faceta ofensiva. Van Gaal prioriza un toque preciso a uno veloz, no asume ningún riesgo cuando ataca porque él considera que es parte de la organización defensiva y teme que una pérdida implique que el rival aproveche el gran espacio que queda en su campo. “Hay que pensar en defender cuando se ataca”, asevera. 

Aquellas disposiciones le quitaron lo más importante que debe tener un juego: la diversión. Porque el fútbol, a pesar de las emociones y los millones que mueve, no deja de ser un juego. La rigidez de los entrenamientos, de las tácticas y del juego de posición, en el que nadie puede escapar de su lugar, robotizaron a los futbolistas. Ocupar un puesto, sin asociarse ni ser útil para crear un espacio, carece de sentido, y es ahí donde un jugador debe abandonar su posición para encontrarse con los compañeros. Eso jamás ocurrió, el ataque era casi estático, sin cambios de ritmo ni sorpresa. Los rivales se encerraban con mucha gente en el fondo y reducían los espacios, lo que llevó a que el United acumulara cuatro empates consecutivos sin convertir; y si ganaba, lo hacía por la mínima diferencia. Nunca encontró la manera de quebrantar esa oposición que proponían la mayoría de los rivales, porque, sí, los partidos eran casi todos iguales. El fastidio empezaba a acumularse y el equipo no dejaba de aburrir.

Foto: archivo RDU

Hubo un momento que marcó el inicio de la segunda parte de la temporada que atraviesa el plantel, y fue la eliminación en Champions League en tierras alemanas. Aquel día, Louis van Gaal perdió a la hinchada. Ya lo miraban de reojo y, después de quedar afuera en la fase de grupos, la situación se complicó. Esa fue la primera, pero se acumularon cuatro derrotas consecutivas, en un nivel lamentable, que lo colocaron en el medio de la tormenta. El Manchester registró ocho partidos sin ganar ante rivales de menor jerarquía entre fin de noviembre y diciembre. En muy poco tiempo, perdió virtudes de la primera etapa como la salida del fondo y los pocos goles en contra, y se convirtió en un equipo más. Mejoró un poco contra Swansea, en el primer encuentro de 2016, volvió Rooney para intentar rescatar al equipo a fuerza de goles, pero no se mostró nada que pudiera convencer a los hinchas. Si una vez se marcharon antes del estadio fue porque al United le costó por demás doblegar a Sheffield United, porque se sentían decepcionados, y no debido al tránsito de la ciudad. Cuando el rendimiento en ataque mejoró contra Newcastle, falló toda la defensa y el resultado no acompañó. Ganar el clásico en Anfield, y por cuarta vez consecutiva contra el rival de toda la vida, podía ser el impulso anímico para revertir la situación, pero no sería el envión futbolístico porque se ganó de casualidad. Remataron una sola vez al arco en noventa minutos contra Southampton y, así como la pelota entró antes en el arco de Mignolet, esta vez, ingresó en el de David De Gea.

Foto: EFE
Los resultados son el pan de cada día para los entrenadores, viven de eso, se sostienen a partir de hacer un gol más que el rival; pero llega un punto en el que pasa a tener más relevancia cómo se logran. La temporada pasada, el United fue a la Pre-Champions con 70 puntos y, para lograr una suma similar, debería ganar once de los quince partidos restantes, algo inimaginable para el más optimista. Louis van Gaal perdió la confianza y la credibilidad de los hinchas porque en un año y medio no logró entusiasmarlos y no convenció desde los resultados. Y el primer decepcionado es el propio holandés: “Estoy muy frustrado porque no he podido alcanzar las grandes expectativas que los fanáticos tenían conmigo", dijo el sábado después de irse abucheado por Old Trafford. El futuro del Manchester United no está claro, no se ven signos de mejoría y sólo queda esperar a que, con o sin Louis, pueda salvarse el año futbolístico.


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About Alan Jacoby

Periodista integral y deportivo. Argentino

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