Bruno Fernandes contó su historia en The Players Tribune. El mediocampista del Manchester United recordó su infancia, habló sobre el rol que ha teindo su padre en su carrera y el significado que hay detrás de su celebración. Les dejamos la traducción completa de su historia.
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Tenemos que empezar con mi hermano. No les puedo decir mi historia sin él. Es mi hermano mayor y lo peor, es fan del Barcelona. Así que, primero tenemos que decir una historia graciosa sobre él, ¿no?
Creciendo, nuestra relación era un poco graciosa porque él es cinco años mayor que yo y siempre tuvimos que compartir cuarto. Cuando eres pequeño, eso no es un problema, es incluso divertido, ¿verdad? Pero conforme mi hermano fue creciendo, cuando tenía 15 o 16 años y quería llevara a sus amigos a casa, ahora de repente sí que teníamos un problema. Él solo quería estar solo y yo estaba en la casa corriendo y haciendo lo que los hermanos pequeños hacen, siendo molesto.
Siempre me decía, “Bruno, vete a jugar afuera”.
Así que, gracias a él y a sus amigos, la mayoría de mis recuerdos de niño son en un parque con un balón o yendo a la escuela con el balón bajo el brazo. No sé como sea en otros lugares, pero en Portugal y especialmente en esa época, en la Eurocopa de 2004 y con los mejores jugadores en la selección, si te gustaba el fútbol, lo vivías.
Era la época en la que Messi y de Cristiano eran jóvenes, la mejor época de Ronaldinho. A donde quiera que ibas, veías niños discutiendo sobre quién era el mejor y por supuesto que era lo mismo entre mi hermano y yo. ¿Quién va a ganar el Balón de Oro este año?, ¿quién va a marcar los mejores goles?, ¿quién es el mejor de todos los tiempos?
Yo siempre fui Team Cristiano.
Mi hermano siempre fue Team Messi.
Una navidad, mi hermano y yo fuimos a Suiza para estar unos días con mi papá, vivió ahí por un tiempo por trabajo. Todo esto fue antes de que el internet hiciera fácil comprar las playeras de fútbol. En Portugal no podías encontrar fácil las camisetas de la Premier League y si llegabas a encontrarlas, eran muy caras. Así que un día, mi papá nos llevó a una tienda Nike y nos dejó escoger dos chamarras. Era una decisión muy importante, ¿saben? Mi hermano eligió una amarilla del Barcelona por Messi. Y yo… bueno, estoy muy orgulloso de decir que incluso en esos días, era un hombre sofisticado.
Elegí una del Manchester United, por supuesto.
Todavía recuerdo esa chamarra con claridad. Azul con una sola franja blanca y un poco de rojo.
Por Cristiano, mi equipo de ensueño de Inglaterra era el United.
Mis maestros me decías, “Bruno, el fútbol no es un sueño realista. Es muy competitivo. Tienes que estudiar”. Y yo solo pensaba, “Ok, gracias. Ahora voy a trabajar incluso más fuerte”.
Yo creo que, si tienes un sueño, necesitas estar un poco obsesionado. También tienes que ser creativo. Creciendo, creábamos un campo de juego en cualquier lugar, construíamos los postes con varas en un campo que era más arena que pasto. Esos partidos eran muy intensos, digamos que teníamos muchas discusiones.
De alguna manera, se parece a lo que pasó con mi compañero Victor Lindelof no hace mucho. Tuvimos una pequeña discusión que fue captada por los micrófonos en la semifinal de la Europa League y los periódicos lo convirtieron en un asunto importante. Pero para mí, fue una pequeña discusión, como las de mi infancia. En Portugal, así se juega el fútbol. Así es como te comunicas. Si dices o hacer algo mal, yo te lo voy a decir. Yo vivo el fútbol como se debe vivir, en el momento. Las cosas se quedan en el campo y al día siguiente volvemos a ser amigos, nos abrazamos y lo superamos.
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Siendo honestos, me gustan las críticas. Porque te ayudan a mejorar y a entender que no te puedes relajar. Me motiva. Saben, algunas personas se rodean de gente que siempre dice “si, señor”, pero yo no soy así. Quiero que mi gente sea como mis amigos de la infancia, que no tengan miedo de señalarme y decirme lo que estoy haciendo mal.
Me gusta volver a la casa después de un partido y escuchar, “te amo, pero realmente debiste anotar hoy. Muy buenos pases, si, pero también te perdiste varias oportunidades”.
Algunas veces, incluso lo escucho de mi hija, ¡y solo tiene tres años! Pero sus críticas son diferentes. Verán, cuando era más pequeña empezó a burlarse de mi esposa y de mí. Cuando le pedíamos que recogiera sus juguetes, se ponía sus manos en las orejas haciendo que no escuchaba. “Blah, blah, blah, no te escucho papi”.
Me pareció muy divertidos, así que empecé a celebrar mis goles cubriéndome mis orejas con las manos. Matilde me veía en la televisión y empezó a entender que tenía un significado, todo era por ella. Ahora, si se me olvida o si la tele no lo muestras, me meto en problemas. Cuando llego a casa, me pregunta, “¿por qué no lo hiciste papi?”.
Jajaja, esa es mi vida, ¿ven?
Quiero aprender, quiero mejorar, quiero ser un mejor Bruno cada día.
Esta mentalidad, como todo en mi historia, viene de mi familia. Cuando era chico, a mi papá nunca se interesó en los goles que marcaba o en los pases que hacía, solo le interesaban los errores que cometía y en cómo podía ser más eficiente.
Recuerdo una vez, cuando estaba con el Boavista y jugamos un partido Sub-15 contra el Porto, uno de los mejores equipos de Portugal. Jugué bien, jugué más defensivo ese día contra jugadores que eran más grandes y fuertes. Perdimos 1-0, pero me destaqué y todos me felicitaron.
Incluso uno de los entrenadores del Porto se acercó y me dijo, “este chico va a ser futbolista”.
Fue increíble, estaba en la luna.
Pero mi papá no. Él me dijo, “¿Viste lo que pasó en el gol del Porto? Si no hubieras estado tan atrás, el centro no hubiera sido tan fácil para ellos”.
Empecé a pensar en el gol y honestamente, no estuve involucrado en la jugada. Estaba del otro lado del campo, pero mi papá estaba convencido y yo me empecé a preocupar, empecé a analizar todo. Cuando perdía un partido, me obsesionaba, no comía y me encerraba en mi cuarto para repasar el juego. Ahí comenzó todo, a algunas personas les parecerá extremo, pero a mí me funciona.
Necesitaba esa mentalidad para sobrevivir. Cuando cumples 14 o 15, todo cambia. Ya no es suficiente ser talentoso, trabajar duro o tener una mentalidad fuerte. Debes tenerlo todo, tienes que vivir el futbol completamente.
Unos años después, cuando me fui a jugar a Italia, me pusieron a prueba. Estaba por mi cuenta a los 17 en un país nuevo. No hablaba el idioma, no conocía a nadie y déjenme decirles, fue muy difícil. Fue increíblemente difícil y muy solitario. Hubo momentos en los que quise renunciar.
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Si mi papá no hubiera inculcado esa mentalidad desde pequeño, no hubiera sido lo suficientemente fuerte para sobrevivir a Italia. Si hubiera sido uno de esos padres que dicen, “jugaste increíble”, después de cada partido, no creo que lo hubiera logrado.
Porque el mundo real no funciona así. En el mundo real, nadie te dice “jugaste increíble” después de cada partido.
Muchas veces hay gente que te critica diciéndote que no eres lo suficientemente bueno. Así es el fútbol. Tienes que ser capaz de tomar las críticas con una sonrisa, analizarlas verdaderamente y usarlas como motivación.
Mi familia siempre me dijo la verdad, así que los escuché cuando me quería rendir y ellos me dijeron, “Bruno, no puedes rendirte. Este es tu sueño y tienes que seguir”.
Esas palabras tuvieron mucho peso porque venían de ellos, ¿saben?
Así que seguí, seguí luchando y varios años después, algo increíble pasó.
28 de agosto de 2017, recuerdo la fecha.
Me llamaron para la selección de Portugal para los partidos clasificatorios de la Copa Mundial ante Islas Faroe. Representar a tu país, bajo cualquier circunstancia, siempre es un gran honor.
Pero sólo imaginen esto… 13 años antes de entrar a ese vestidor, era Bruno de nueve años, me estaban pintando la cara y llevaba una bandera de Portugal, iba con mi familia hacia la plaza de Maia para ver la final de la Eurocopa 2004 ante Grecia en una pantalla gigante.
Ese fue el año en el que Cristiano saltó a escena. Es un momento que todos recuerdan en Portugal. Pero siendo un niño de nueve años, todo me parecía más grande, significaba más. Aunque perdimos contra Grecia ese día, lo que recuerdo es ver a los jugadores llorando al final del partido.
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Entenderán que 13 años después, cuando entré al vestuario por primera vez, fue todo un placer para mí. Cuando Cristiano entró al vestuario ese día, me puse muy tímido, estaba muy nervioso.
Poder jugar a lado de Cristiano y de otros grandes jugadores de Portugal, es un orgullo para mí y espero poder inspirar a esos niños de nueve años que se pintan la cara y nos ven en las plazas de sus ciudades. Ellos han de pensar, “Oh, nunca podré ser como Bruno”, pero les puedo compartir mi historia y decirles, “No, no. Soy igual que tú, yo veía a Cristiano y soñaba, igual que tu ahora”.
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Fichar con el Manchester United en este inverno, fue una culminación de mi sueño. Cuando me enteré por mi agente que en verdad iba a pasar, mi mente volvió a ese día en Suiza, cuando estaba eligiendo chamarras con mi hermano. Pero hubo muchos paseos en el camino que nadie puede entender, momentos difíciles que solo mi familia compartió conmigo.
Cuando supe con seguridad que el traspaso era un hecho, lo primero que hice fue contárselos a mi esposa y a mi hija. No lo puede evitar, empecé a llorar. Lágrimas de alegría, de felicidad y de recuerdos.
Me acordé de esa vez en la que le hablé a mi esposa, cuando todavía era mi novia, desde Italia, diciéndole que me quería rendir, y ella me dijo, “No, no, no. Este es tu sueño, no”.
Luego le marqué a mi hermano y volví a llorar. Me acordé de todos esos debates sobre quién era el mejor, que equipo iba a ganar la Champions League, quién iba a fichar por el Manchester United. Creo que él también lloró.
Por supuesto, luego hablé con mi papá. El hombre que más me empujó en la vida para que siguiera y luchara por mis sueños. Mi mayor crítico, el hombre que lo sacrificó todo y que se fue a trabajar a otro país para ganar dinero para nuestra familia.
¿Y saben qué?, él también lloró. No dijo nada, no me dio ninguna retroalimentación. Solo sus lágrimas de alegría de él y de mi mamá y de mi hermana pequeña, que también estaban escuchando.
Ahora que juego para el United, mi papá me da un poco de descanso. Espera 24 horas completas para darme sus notas sobre los partidos.
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Tal vez un día, cuando gane la Copa del Mundo y no olvide cubrirme mis orejas cuando anote, finalmente podré tener 48 horas bien ganadas de tranquilidad.
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