OPINIÓN: Volver a ser

En la conferencia de prensa previa al partido de vuelta contra Midtjylland por la Europa League, Louis van Gaal utilizó una expresión muy particular que provocó algunas risas. Confesó que quería que sus jugadores estuvieran “horny” (excitados sexualmente). No es una respuesta esperable, pero no le faltaba razón al holandés: el Manchester United necesitaba recuperar ese deseo de volver a jugar un fútbol atractivo y ofensivo.

Foto: Manchester Evening News


La semifinal de la FA Cup, eltorneodefútbolmásantiguodelmundo (es obligatorio decirlo), fue recuperar un poco al Manchester de otros tiempos. Más allá del desarrollo del encuentro, quedaba la sensación de que el partido no se iba a escapar. Porque Wembley es especial, porque el Manchester United siempre tiene una vida más, porque existe el Fergie Time para ganar los partidos. Tiene un sabor particular la victoria sobre la hora y es uno de los aspectos que hacen a este club tan especial. 

Fue una eliminatoria eléctrica, de alta intensidad, de máxima tensión. Con idas y vueltas, con aciertos y errores, superando injusticias, estando un tiempo afuera del partido y regresando a él. Fue un buen comienzo, con dominio de la posesión y del terreno, pero sin tanta profundidad. Everton respondía con pelotazos a Lukaku que se arreglaba como podía y que siempre fue una amenaza. Rooney salvó un gol sobre la línea y despertó al equipo. Desde su liderazgo, empezó a encontrar los caminos. Rashford comenzó a ganar contra los centrales y su movilidad, al no dar referencias, generó espacios en el área para Fellaini y, eventualmente, Lingard. El resto, y lo más importante del primer gol, lo hizo Anthony Martial. Cuando parece que se va a frenar, acelera y saca un metro de ventaja. Encara y gambetea convencido de que va a pasar, y lo logra. 

Foto: Reuters

La ventaja se pudo haber ampliado con un par de chances de Lingard, quien no estuvo fino, pero se apresuró para definir frente a Joel Robles. Everton sufrió y después resurgió con un penal que el árbitro Anthony Taylor le regaló a Lukaku. Fosu-Mensah le ganó con limpieza a Barkley, pero apareció David De Gea para hacer justicia. De Gea, el mejor arquero del mundo. Al menos, el más determinante, el que más veces decide cuál será el marcador final. Se estiró con todo el cuerpo sobre su poste derecho y, con la palma de una mano, rechazó el tiro de Romelu, que no entendía lo que acababa de suceder. 

Foto: Daily Mail

Sin embargo, ese penal impulsó a los Toffees, que se dieron cuenta que podían. El United quedó algo golpeado pero, en una jugada aislada, Fellaini quedó en una situación para convertir, aunque se cruzó Jagielka con el cuerpo, el brazo, la familia y un grupo de abogados para que no sea gol. El árbitro no vio que ese cierre del capitán estaba repleto de ilegalidad y se perdió la chance de tener un penal que podía liquidar el encuentro. 

Everton se arrimaba a De Gea y la historia parecía conducir a otro final de sufrimiento. El empate lo puso Smalling, que estaba atento a la marca de Lukaku, pero que cerró con la pierna equivocada el centro y convirtió en su propio arco. Smaldini, justo él, uno de los mejores de la temporada. ¿Y si este gol hace que pierda los poderes? Justo que estaba en un buen momento, qué lástima. Pero no. Había más.

El partido pedía que Louis van Gaal moviera el banco de suplentes. El ingreso de Ander Herrera parecía lógico, pero: ¿Por Fellaini? ¿Va a sacar a uno de los mejores? ¿Al que hizo un gol, al que la perdió en el mediocampo y corrió hasta abajo del arco para salvar su error? Bueno, queda Martial para salvarnos. Y Anthony tuvo un día genial, estaba corriendo, o andando en patines, como si fuera el arranque del partido, pero se estaba guardando algo para el final.

Entonces, recibió sobre la banda izquierda y tiró una pared con Rashford y otra con Ander, a pura velocidad e indicando a dónde se la tenían que devolver para quedar mano a mano con el arquero y sellar la clasificación en el Fergie Time con una definición a lo Ronaldo, el brasileño, que lo miraba desde la platea. Fueron todos a abrazarse con los hinchas, los que más sufrieron, que habían copado Wembley y merecían volver a jugar una final.

Foto: Getty Images

Martial, otra vez. Qué increíble. La carrera de Martial evoluciona inversamente a su matrimonio. Tiene una habilidad especial para silenciar críticas infundadas e insostenibles. “Qué desperdicio de dinero”, había sentenciado la tapa del Mirror Sport cuando se conoció la cifra en la que se realizó su fichaje. Su autor ya debe estar sacando un pasaje para abandonar la isla lo más pronto posible. El francés lo gritó como nunca: solo, con los hinchas, con los compañeros y, después, señalando el escudo en su camiseta.

El Manchester United va a jugar la final de la FA Cup en Wembley, entre otras cosas, porque logró reanimar la pasión. Porque estuvo horny. Fue un triunfo merecido. El equipo fue superior en todas las series de la competición. Los hinchas merecen festejar un trofeo, que sea un premio al estar en las buenas y en las malas; pero más lo necesita este grupo de jugadores. Que esta copa sea una semilla que se plante para poder cosechar más adelante. Muchos de ellos juegan hace poco para el club en una época en la que los títulos no llegan con la habitualidad de otros tiempos, y una copa aliviaría la presión para poder construir un futuro más próspero.


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About Alan Jacoby

Periodista integral y deportivo. Argentino

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